martes, 4 de marzo de 2014

El queso fresco

Debemos tener en cuenta que los quesos frescos no se someten a curación, por lo que se deben consumir inmediatamente después de elaborarlos. Aportan mucho calcio y pocas grasas; por eso son muy recomendables en dietas de control de peso.

Su textura de mousse, suavidad y humedad, su agradable aroma agrio y afrutado, y su ligero sabor a hierba hacen que sean muy apreciados en el mundo de la cocina.

El queso fresco es uno de los reyes de la buena mesa. Está representado por todos aquellos quesos cremosos, cuajadas, requesones y quesos frescos blandos, que sirve para untar y para preparar entremeses, ensaladas, aperitivos e incluso como base para algunos patés. Dada su textura, se emplea más para cocinar que para servirlo en una tabla de quesos. Son quesos de pasta blanda y untuoso, no tienen corteza y algunos están protegidos con una capa de parafina, por su vulnerabilidad a los agentes externos.

Una de las mayores ventajas del queso fresco es la gran cantidad de nutrientes y escasas calorías que aporta:
- Aproximadamente 100kcal por 100g de queso.
- 6,8g de proteínas.
- 7,1g de lípidos.
-  Moderadas cantidades de hidratos de carbono.
- 210mg de calcio por 100g de queso.
- 1.200mg de sodio por 100g de queso.
- Magnesio.
- Fósforo.
- Vitaminas A,B y D.

En Europa existen numerosas variedades de queso fresco, entre ellos:
- El Queso feta griego de sabor contundente y salado, que se utiliza en ensaladas y para elaborar platos más complejos.
- El Cottage, famoso por su poca grasa.
- La crema Philadelphia.
- EL queso Ricota, que tiene una consistencia blanda y seca, ideal para mezclar con frutas y para regímenes de adelgazamiento o de control de peso.
- La mozzarella, que se rebana con facilidad y tiene una textura cremosa pero firme.

Perfecto para ensaladas

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